Los lloros, el rímel y la espera del Señor (Juan 20, 11-18)

La pedagogía de Jesús es inabarcable y perfecta. Hasta el momento de su aparición a la Magdalena tras la Resurrección es toda una demostración del respeto de Jesús a quien tiene enfrente con respecto a aquello que quiere comunicar. Y la Resurrección no es algo para comunicar «de repente», «a las bravas»… y menos con María.

Porque María necesita tiempo. María necesita llorar al Señor. Necesita llorar su ausencia, canalizar su «no-entender», su confusión, su rabia. María necesita saborear el dolor de haber perdido a Aquel que le había devuelto a la vida ya una vez. Su mirada es una mirada ofuscada, borrosa, llena de lágrimas que le impiden ver con claridad. Por eso no conoce al Señor cuando lo ve… El Señor la espera.

El Señor le da tiempo a María. Le habla, le pregunta, reconduce la tristeza, hace que María se calme, enjugue sus lágrimas y se limpie el rímel que afea su corazón. El Señor la espera y, poco a poco, va apareciendo con claridad ante la mirada cada vez más clara de María. Más clara y más serena. La tristeza, la pena, la preocupación, la desazón… estaban privando a María de reconocer al Cristo. María pierde de vista a quién busca, olvida quién era Jesús por unos momentos. El desconcierto la pierde pero, pasito a pasito, el Señor la conduce por el buen camino.

Y cuando María ya está lista y su corazón vuelve a estar en sintonía consciente con Él, Jesús da el golpe de gracia y, entonces sí, la llama por el nombre. ¡Y María responde echándose a sus brazos!

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El Señor nos espera, nos conoce. Sabe cómo tratarnos, sabe lo que necesitamos y la mejor manera de presentarse en nuestras vidas. Ahora bien, nuestra es la decisión de buscarlo en el sepulcro, allí donde ya nadie quiere ir, empujados por el amor. Paso a paso, con tiempo, Jesús me llamará y cambiará mi vida por completo, de eso no tengo duda.

Un abrazo fraterno

Publicado por Santi Casanova

Nacido en A Coruña. Generación del 76. Ingeniero de formación y educador de profesión y vocación. Un privilegiado.

3 comentarios sobre “Los lloros, el rímel y la espera del Señor (Juan 20, 11-18)

  1. Mientras lo leía, comprendí el respeto tan grande que Jesús nos tiene. El sabe como llegar y en el momento oportuno, si seguimos hablando con él…nos llamará por nuestro nombre y lo reconoceremos.

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